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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Angustias de los gitanos...



El próximo sábado, día 8 de septiembre, la Madre de los Gitanos, el orgullo de una raza, la Virgen de las Angustias volverá de nuevo a la que fue su casa durante tantos años, a la Parroquia de San Román. Se vivirá una jornada especial para un barrio que, aunque la sigue teniendo cerquita, la echa de menos cada Madrugá, un barrio que como dicen algunos de sus vecinos antiguos ya no es igual...


Horarios:

08:00 horas Salida de la Virgen sobre andas, en Rosario de la Aurora.
09:30 horas (aprox.) Llegada a la Iglesia Parroquial de San Román.
Recorrido de ida: Verónica, Gallos, Osario, Matahacas, San Román.
Durante toda la mañana, hasta las 13:00 horas el templo permanecerá abierto para que la Sagrada Imagen reciba las oraciones y el cariño de los fieles. San Román volverá a abrirse a las 19:00.
21:00 horas Función Solemne a María Santísima de las Angustias Coronada con motivo de la Festividad de la Natividad de Nuestra Señora.
22:30 horas Salida de la Virgen de vuelta a su Santuario.
24:00 horas (aprox.) Entrada.
Recorrido de vuelta: San Román, Matahacas, Osario, Gallos, Verónica.





Madre de mis entretelas

Eras mocita entonces de diecinueve años cuando te descubrí en San Román, yo estrenaba razón, vestido de monaguillo por las manos de mi madre como todos los niños del barrio que queríamos llevar los canastos de caramelos de la mejor canastera. Desde entonces, cada ocho de septiembre, bajo la luna azul vendimiadora, cuando tu Natividad volvía a cumplir un nuevo año con nosotros, salías de San Román para darte una vueltecita por el barrio entre la estrechez de Sol; el filo imposible de la calle Espada y el delirio de las casas de vecino de Enladrillada que colgaban en sus balcones las mejores colchas del ajuar de las abuelas. Todavía llevo incrustado en la solapa del recuerdo, el olor a nardo e incienso de esos días que presiden el altar donde te rindo continuamente culto. Todavía me suena a nueva, la primera oración que te escuché cantada por la voz intransferible de “Antonio el sacristán” -Salve Regine- que todos musitábamos de oído, sin conocer otro latín que no fuera alabarte. Todavía retumba por las naves del memorable templo, la temblorosa voz del bueno de “Don Crescencio” -palabra sencilla de Dios- que parecía no querer molestar más que un: “solo quiero decir”. Aún te veo entronizada a la derecha del Señor de la Salud en la capilla sacramental donde tantos domingos escuché misa, más que por precepto, por no apartar la mirada de tu “carita inclinada”, la misma que parecía acunar las Angustias en su corazón de Madre y tendernos las manos para abrazar las nuestras. A tu amparo creció el niño aquel que nunca dejó de ser tu monaguillo, el mismo que al volver del colegio buscaba la nave del presbiterio para saludarte con la oración sin palabras de una mirada cómplice, antes que el merecido premio de una merienda y al paso de los años se hizo adolescente de una devoción por tí, que rayaba en el estado de seminconciencia que se respira en esa etapa de la vida, bendita etapa donde los años se cumplen sin que pasen los días -cual es tu caso, Madre-, hoy que celebras el 75 aniversario de tu hechura, igual que ayer, con la misma lozanía de los diecinueve años con que te conocí y aquel olor a incienso y nardo de estreno permanente.
Tanto es así, que cuando vuelvas el ocho de septiembre a San Román, regresarán contigo, prendidos en el realce de tu exclusivo manto “azul pavo”, todos los que siempre te esperaron en las escogidas esquinas de la memoria; volverá a abrir la “calentería” que hacía las delicias de aquellos suculentos desayunos en la mañana del Viernes; La olorosa quincalla de “Juanito”; el viejo “zepelín” de Luisa; la tienda de ultramarinos de “Pepito”; el colmao de Federico con los mejores cantes y bailes por bulerías; el “Remesal” y... el Uno, que volverá a ser el “Uno de San Román” -no por que una vez cantó, Caracol- sino al verte aparecer por la desembocadura de Matahacas a hombros de tus fieles hermanos y devotos presentes, porque los ausentes, -Madre bendita de mis entretelas-, ya tienen reservado los balcones de la plaza convertida en los palcos de la gloria que supone, entrar por San Román de nuevo.


Chiqui Méndez Sánchez.






Tienen las mañanas de septiembre una luz más dorada, porque el sol baña las calles del color del membrillo. Temprano, refresca un poco y hace que a veces nos frotemos los brazos para evitar el escalofrío. Pero el sábado, el día de la Virgen, el repeluco será el de la memoria y el recuerdo, el de la añoranza y la emoción.
Nuestra Madre vuelve a su Parroquia, a su barrio, a su Casa….viene a celebr...
ar su Natividad, su cumpleaños, más de dos mil años siendo Doncella de Nazaret y 75 Mocita de San Román, y lo hará rodeada de sus hijos, de los que aprendieron a quererla entre los muros de aquel templo y de los que nunca La vieron cruzar su ojiva, un día de fiesta que hará realidad el canto del Magnificat, porque “me felicitarán todas las generaciones”
Será un día grande en el que repasaremos el album del alma, esas fotos en blanco y negro, retazos de nuestra vida, imágenes irrepetibles porque muchos ya no están entre nosotros….habrá quien tras dejar a la Virgen en el altar mayor vaya despistado a buscar al Señor a su capilla que hoy es sacristía y quien quiera desayunar calentitos en la Plaza en aquel puestecito que competía en aroma con el incienso de las Funciones, nos vendrán olores a café del Uno y aguardiente del Remesal, sonarán con gozo las campanas de la torre, salomónica como sus varales y se abrazarán nuestras madres que compartieron alegrías y penas en las casas de vecinos del barrio.
Recordaremos cultos de viernes en los estrechos bancos de aquella nave y nos parecerá ver a Joselito Lérida sentado en el último y a Francisquito poniendo en agua un ramo que alguien piadoso dejó junto a la reja, aquella reja que tiznaba nuestras manos cuando nos agarrábamos a ella con fuerza para pedir tantas cosas, que protegía aquella capilla que estrenó con su boda mi querido Antonio Lorente y que fue refugio de tantas oraciones y testigo de tantos acontecimientos familiares, donde aprendí a rezar de la mano de mi abuela.
Vendrá la Virgen de las Angustias en andas y portada por sus devotos, cruzará la Puerta Osario para hacer esa visita que la lluvia impidió el Viernes Santo, sonará una vez más el racheao a compás por la rampa y una voz de canela y clavo guiará su bendito camino, será el 8 de septiembre y parecerá que el tiempo no ha pasado y como dice la copla “sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”…. Habrá en la memoria colectiva candelabros con alambre, flores prestadas, mantos de pana y muchas fatiguitas…. pero esa mañana tendrá candeleros de plata pura, las mejores flores frescas y el sol de septiembre imitará con sus brillos, caracoles de Carrasquilla en el terciopelo morado de su manto.
Recuerdos para guardar los que nunca vieron esa estampa.
Recuerdos para los que recibieron el bautismo allí, a Sus plantas.
Recuerdos de tanta gente conocida y anónima que poco a poco hicieron que avanzara. Pero sobre todo recuerdos de los que se fueron, gente que un día llevó su hermandad dentro del alma, aunque ahora vivan bajo el manto azul y oro, de la Virgen más bonita y más Gitana.

Francisco Javier Conde Leo.







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